Los Cabos
Este lugar me enseñó a entender que a veces hay que ir despacito. A mi, que ni siquiera duermo por el entusiasmo, el apuro y la ansia de vivir el día siguiente. Que si por mi fuera no se duerme más de dos o tres horas por noche, porque hay mucho que hacer, mucho que ver, mucho que correr, saltar, descubrir. Pero todo llega: cuando tiene que llegar. Eso siempre se entiende cuando se mira atrás. Hoy miro atrás y veo como están de unidas todas las piezas. Cuánto agradezco a cada uno de mis trabajos y de mis personas desde que llegué a México y a Los Cabos: cada uno sembró una pieza que habilitó a la otra pieza y me convirtió en quien soy. Cabo no fue más que un siguiente escalón en algo que venía buscando: conectar conmigo y serme fiel.
Aprendí que no hay una respuesta que buscar: mi lugar correcto soy yo en donde sea, pero conmigo. Parece obvio lo de “conmigo” pero realmente he experimentado interminables formas de NO estarlo. Es un desafío mantenerme dentro, siempre fui muy people pleaser y quienes tengan el mismo tema entenderán: para el people pleaser siempre primero está el otro, el afuera y sus demandas y sus necesidades, y vos y las tuyas van quedando un poquito atrás (tengo un millón de ejemplos para esto). No es consciente, es más fuerte que uno y viene de muchos lados la explicación de como llegaste a ser people pleaser, como de haberte tenido que “ganar” amor, atención o un lugar a cambio de decir si a todo o ser complaciente.
No se si Cabo fue solo el entorno, o fue el maestro. Ha sido también una montaña rusa muchas veces, de la que no sales igual que como entraste. Y aún así, en el arrastre de las olas (literal y metafórico) yo cada vez sonreía más grande. Y absolutamente nada tenía que ver el entorno / situación que esté viviendo. De hecho el entorno fue desafiante y duro muchas veces. Había algo dentro que iba sintiendo paz, y no era porque viva en un estado de paz, era porque le (me) estaba dando lugar.
Tampoco se si fue Cabo o fui yo y mi versión que llegó a este destino. Creo que es una combinación de los dos.
Siempre digo que a eso vine a Cabo: a escucharme, a integrar el agua (el agua que en astrología representa las emociones y que tengo CERO 00000 en mi carta natal). Y estoy segura de que se cumplió.
Por eso creo que como primera entrada del blog, el contexto de la enseñanza de Cabo es clave: llegué por un nuevo trabajo después de 2 años y pico viviendo en México City: dos años de una montaña rusa típica de mudada de país pero con un agregado no menor: la pandemia, no regresar a casa de visita por dos años y medio, sintiendo que tenía que - como sea - continuar con la vida en otro país en un entorno donde nadie tenía ninguna respuesta, donde nadie estaba realmente en su centro (y con razón, era un pánico mundial). No habían certezas, respuestas, explicaciones ni esperanzas. Y yo en otro país, mi familia lejos, no habían vuelos, trabajando en hospitalidad, una de las tantas industrias golpeadas. Creo que si conecto con ese momento todavía siento un poco en el cuerpo el miedo profundo y desesperante.
Entonces al llegar a Cabo y tener “una oportunidad nueva en México, a ver si con mejor suerte esta vez”, todo lo que necesitaba en ese momento era mantener la cabeza ocupada y recuperar las esperanzas, en mi trabajo, en México, en la vida; y así lo hice: el trabajo me consumía el día casi entero (y en ese momento eso me venía BIEN ).
Digo siempre que muchas veces mi trabajo me salvó la vida. Es real. Tenía el corazón roto, la autoestima por el piso y una relación conmigo misma totalmente desconectada y disociada. Me culpaba por cada decisión tomada en los últimos dos años. Me costó muchísimo perdonarme algunas decisiones de esa época. Me exigía, me criticaba, me apuraba, me empujaba, pero en el mal sentido. No entendía por qué la vida era tan injusta.
Llegar a Cabo sola, con mi trabajo de bastón, de guía, de motivador fue el primer paso. Acababa el trabajo y solo me quedaba conmigo. Ahí empezó el inner trip más profundo. Fue muy fuerte. Antes de llegar estaba en el polo opuesto: lejos de mí. No quería ver qué había dentro.
Venía viajando y mudándome de lugar desde antes pero el viaje solo era por fuera, en el entusiasmo y la emoción no había tiempo de, en paralelo, viajar hacia adentro. En Cabo, lejos de todo y sola de nuevo pero conmigo me propuse empezar a ser mi aliada y dejar de ser mi jueza, policía y enemiga. Antes, solamente era mi aliada cuando las cosas iban bien. Me presumía, me adulaba y me amaba. Pero cuando la cosa se ponía difícil me costaba quedarme en mí. Huía. Corría. Tapaba.
Por eso siempre voy a amar Cabo. No fue fácil, ni en el afuera ni mucho menos en el adentro, pero acá estamos y en parte, es gracias a este lugar.