Dana Strillevsky Dana Strillevsky

un hotel de 30 pax

la vida de mis sueños incluye un hotel. sea hotel de ciudad, de playa, boutique o un bed and breakfast. Necesito conocerlos todos. necesito trabajar, dormir y vivir en todos.

Este año cumplo 10 años trabajando en la industria hotelera. Fue un amor a primera vista, desde mucho antes, siempre tuve un gran fanatismo por viajar y conocer hoteles. Pero cuando entré al primer hotel (InterContinental Buenos Aires) a los 25 años mi vida cambió para siempre. No hubo vuelta atrás y a estas alturas tampoco creo que la haya, siento que los hoteles serán siempre parte de mi vida. 

Antes de entrar al hotel había trabajado en agencias de Relaciones Públicas y social media, y entré al hotel como Coordinadora de Marketing y Relaciones Públicas, sin experiencia en hotelería. Esto es raro porque generalmente en hotelería muchos empiezan por operación (por áreas operativas I mean) para luego pasar al área comercial / administrativa pero teniendo una base previa en operación. Yo no. Todavía recordamos con mis compañeros de ese trabajo mis inicios con un total desconocimiento en todo lo relacionado con las operaciones de un hotel y nos reímos. Realmente era inexperta en el tema, pero con expertise en lo mío, entonces el mayor desafío fue unir los dos mundos: social media, producciones de fotos, eventos, medios, influencers, etc en la operación de un hotel de 310 habitaciones, corporativo, en microcentro porteño. Luego contaré esas historias más en detalle, pero es el contexto de mi primer trabajo en hotelería. Duró 4 años.

Después de esos 4 años (que considero fueron un perfecto timing para la primer experiencia donde debía entender desde adentro el funcionamiento de un hotel) - me pasé al mundo corporativo de oficina (de hotelería también) mudándome a México - viviendo unas semanas en un hotel frente al Ángel de la Independencia mientras buscaba depa, - y luego volví a los hoteles, un poco me hacía falta de nuevo ese contacto diario con el hotel: Viví 3 meses en un hotel en Cancún antes de mudarme a Cabo porque ahí estaban las oficinas corporativas de la cadena hotelera en que empezaba a trabajar y los primeros meses de inducción tenía que estar en Cancún, en las oficinas.

Luego al mudarme a Cabo viví en el hotel donde trabajaba hasta encontrar casa. En ambas situaciones me sentí tan en casa y tan feliz que todavía lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Todos me decían “qué embole vivir donde trabajas” y para mi era una completa fantasía, un sueño hecho realidad. Con esta experiencia de este mes, es la tercera que “vivo” en un hotel, y en uno donde trabajo.

cena de huéspedes cada noche. vegetariana, homemade.

Quise venir a hacer esta experiencia a (lit) el medio del Camino De Santiago por dos motivos (buenos son más pero podemos highlightear estos dos):

1) Tener prácticas desde adentro en otro tipo de hospedaje - con un target que me interesaba mucho conocer -. Siempre digo que soy apasionada de la hotelería en todas sus expresiones: hoteles de ciudad, resorts, hoteles de 1000 habitaciones, glampings, bed and breakfasts, y por qué no también, albergues. Pero no había experimentado realmente desde adentro uno, siempre dije “quiero tener mi hotel pequeño, tipo albergue” pero no sabía realmente a qué me refería.

Me había hospedado algunas veces en hotelitos boutique pequeños que siempre han llamado mi atención pero no había realmente entendido la operación y la vida detrás de este tipo de hotel.

Cuando vivía en Argentina tanto viajando como estando en Buenos Aires siempre mi plan fav era ir a hoteles, por mi cumpleaños, por ocasión especial, por lo que sea. Casi siempre iba a los hoteles grandes de las cadenas en que trabajaba, pero me gustaba también conocer hoteles más chicos y diferentes. Uno de los primeros hoteles boutique al que fui fue el Esplendor en Buenos Aires un hotel histórico (de 29 habitaciones) en el centro de la ciudad, que combina la restaurada fachada neorrenacentista con un rediseño interior de estilo vanguardista. Me gustó que su protagonista en la deco es el arte. En mis últimos años de vivir en Buenos Aires (tipo 2017/2018) cuando fui la última vez, recién empezaban a aparecer los conceptos boutique y este era la novedad en el microcentro. Los hoteles Esplendor tienen la particularidad es que están en edificios icónicos. Hay 3 en Buenos Aires, uno en Rosario y otros en Calafate y Mendoza.


No encuentro mis fotos, las seguiré buscando, pero es este: https://www.instagram.com/esplendorh/

El último al que fue fui es Casa Bo en La Paz un hotelito boutique fancy de 11 habitaciones. Sin restaurante, ni desayunos, ni spa, pero con un diseño espectacular. No ofrece muchas más amenidades que una alberca en el medio y una terraza para practicar yoga, tomar el sol un ratito en la mañana o hacer un asado. La realidad con esto alcanza y sobre porque su ubicación a metros del malecón hace que tengas todas las ofertas gastronómicas a la mano, un cafecito en la esquina, y los lugares top de La Paz en waling distance. Cada uno de sus rincones es un spot de foto.

Volviendo al tema: este era uno de los motivos por los que quería esta experiencia: vivir desde adentro la operación y la realidad de este tipo de hospedaje. Me encantan los hotelitos boutique pero solamente me había hospedado en algunos en viajes y por poquito tiempo, entonces no podía saber si realmente me “encantaban” o si solamente me gustaban para dormir una noche y ya. Este hostal / albergue tenía una particularidad que me llamaba más la atención: no era un hotel fancy de branding, era un hotel con sentido, solo para peregrinos, un tipo de viajero que necesitaba tener cerca y conocer, desde adentro.

2) El otro motivo por el que quería esta experiencia era el intercambio cultural: el dueño de este hostal es holandés y trabaja siempre con equipos multiculturales porque sus huéspedes son multiculturales. Necesita asegurar que tenemos 5 idiomas en casa. Actualmente tenemos holandés, francés, portugués, inglés y español. Cubrimos casi toda las visitas de huéspedes (excepto los asiáticos, pero ellos se arreglan muy bien con inglés o con español lol). Además, el verano es temporada alta del Camino, asique hay gente de todos lados que visitan España específicamente para hacer El Camino. (En este hostal solo se admiten peregrinos).

Mi compañera francesa tenía en la familia un bistró. Toda la vida ha estado en contacto con el rubro entonces lo hace con una naturalidad, pero no se dedica a eso. Se dedica a relaciones internacionales. Sin embargo sus tips en términos de atención al servicio en las cenas han hecho la diferencia. El principal diferencial que yo veo (que es lo que hace que el 100% de los huéspedes dejen comentarios positivos de la cena) es su atención personalizada, su explicación del menú y de la cocina 100% homemade (por ella misma). Ella compra los ingredientes, los trae a la cocina, los lava, prepara, pela, corta y los cocina. Los huéspedes aman que la misma persona que les está sirviendo la cena fue quien la cocinó y sabe explicarles en qué consiste el menú vegetariano que sirve cada noche, de primera mano. Las cenas nunca superan las 15 personas. La capacidad total de este hostal es de 30, pero la capacidad de las cenas es de 15. Hay excepciones, claro pero hay que preverlas: con la compra de ingredientes, la mesa, y una ayudante para Anne Sophie si se suman más comensales.

En mi caso estoy en recepción y soy encargada de check in, asignación y servicio al huésped (y claro también hago la estrategia de social media). Son en total 30 huéspedes los que podemos tener como máximo cada noche, y aunque el 60% de ellos tienen reservación previa y podemos preverlo en la operación, hay un 40% que llega sin reservación. La particularidad de este tipo de público (peregrinos del Camino De Santiago) es que vienen de caminar alrededor de 20 kms. Ya no tienen ni energía ni paciencia ni mucho humor de más. Pero me sorprende como muchos de ellos sonríen, estan tranquilos, agradecidos y pacientes. Es un tipo diferente de huésped, pero es un huésped, y hay de todos los tipos como en todos los hoteles. Todos ellos agradecen la atención amable y paciente, algunos de ellos reclaman cosas como un baño privado, porque al reservar habitación privada entendieron que venía con baño privado (pero no tenemos baños privados ni en habitaciones compartidas ni en habitaciones privadas) y también con esas situaciones tenemos que lidiar, teniendo en cuenta el desafío de que no hay más plazas en el pueblo en esta época la mayoría de las veces. Entonces la solución debe surgir y cerrarse en casa, teniendo en cuenta que no se puede crear un baño en la habitación (JA). Estos desafíos los he superado y creo que la base de nuevo fue la calidez en la atención. La empatía, la búsqueda de una solución que nos sirva a todos.

Cuando hice una etapa del camino con Alex, no habíamos reservado hostal para el pueblo del medio entre etapa y etapa, (donde teníamos que parar a dormir), y al llegar después de caminar 35 KM no encontramos ni una sola habitación en todo el pueblo [silencio] - Asique entiendo perfectamente lo que sienten estas personas con ese tipo de frustraciones. Creo que comprender al tipo de huésped que tienes enfrente, pero desde adentro, por haber vivido su experiencia o saber exactamente de donde vienen, es un diferencial. Haberlo vivido me ha dado la empatía y el tacto para poder entenderlos, atenderlos correctamente y solucionarles los problemas que puedan surgir.

Anne Sophie sirviendo la cena de huéspedes cada noche.

Cada vez que puedo, interrogo a Nicolaas sobre su experiencia en estos 7 años operando este hostal: todas las veces me cuenta algo nuevo. Mi conclusión al escucharlo es que solamente con la experiencia ha logrado tener continuidad. Nicolaas no venía del mundo de la hospitalidad. Es más, no había tenido ninguna experiencia cercana. Su maestra fue la dueña anterior que llevaba las operaciones del hostal, pero fue como un turnover rápido y todo lo otro lo consiguió desde la práctica. Su disciplina holandesa, procesos y estructuras creo que han ayudado. Si bien los ha evolucionado, hay procesos que lleva con el desde que inició. Ahora ya los tiene en manuales con estándares. Siempre nos cuestan un montón los estándares y manuales (al menos a mi) pero estoy viendo como también a esta escala son importantes.

Para el próximo año, y por primera vez en 7 años Nicolaas se está planteando poner un manager a cargo de las operaciones y por primera vez delegar ese rol, que lo ha estado haciendo él mismo. Él no solo es el dueño, también cubre todos los días a la posición que está de OFF. Es el financiero, manager, director, vocero, abogado y todas las posiciones principales del albergue. El próximo año quiere dar un paso y poner al menos un manager de operaciones.

También me preguntó si conozco a alguien que quiera hacer esta experiencia, asique si te interesa, escríbeme <3 [yo la recomiendo 10000% trabajes en hotelería, o no]-

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agosto retrógrado

Es un mes mucho tiempo? Es poco? Es mucho? Es poco? Cómo lo mido? Con qué lo comparo? Huí de los posibles huracanes de Cabo para enfrentarme a otros, sorpresivos, intensos, sin escapatoria: Los huracanes emocionales - de los que he huído toda mi vida y me agarraron de sorpresa -.

Un camión de noseque en el centro de Salas, Asturias.

Una mañana lluviosa como el 80% de las que me tocan en este verano en Salas y yo, que vengo de dos años y medio de desierto 🌵 lo gozo como si nunca antes hubiese visto llover. Ese camión iba pasando, yo iba con AirPods pero algo me hizo mirarlo, se frenó justo al lado, venía escuchando Jorge Dexler y pensando, una vez más, en lo relativo que es todo: Agosto viene siendo denso, pero ayer fue un poco más. CUATRO personas cercanas me escribieron contándome noticias de shock que llegaron ayer, con la luna llena. Los cuatro sacados de onda porque fueron noticias totalmente imprevistas. Yo sé que el ejercicio de la gratitud debe ser diario pero es que en esos momentos de pérdida o shock o sorpresa la vida nos pone un parate obligado a hacerlo y es ahí cuando aparece más la consciencia hacia la gratitud y hacia todo. Entonces ayer con la primera de las noticias de mis personas ya me quedé sensible, pensativa. Luego la otra, again. Luego las otras dos. Y esa sensación no me la había podido quitar de encima. Pensé (y me culpé) en que yo venía dándole vueltas a cuestiones tan remotas, tan finitas, tan cambiantes y superficiales, y estas personas tenían problemas reales: de esos que no tienen realmente vuelta atrás, esas en donde no tenes realmente el poder decidir porque la vida decidió por vos. Lo comparo (aunque no es bueno comparar todo todo el tiempo ya se) con mi realidad y con mi posibilidad de elegir y me da un poco de calma, por un ratito. Mis problemas NO son de vida o muerte, pienso.

Entender que somos - sobre todo - vulnerables absolutamente todos los seres humanos me hizo pensar, una vez más en que no es un día más: es un día MENOS y me acordé que hace un tiempito escribí:

Creo que siempre me norteó mucho el momento en que conecto con eso. No hay vez en que la curiosidad por esas cuestiones no se me active: a veces, estoy en el entorno correcto y puedo compartirlo y explorarlo, a veces lo dejo pasar sin clavarme mucho en el tema. Por suerte siempre tengo algo que me hace recordarla y volver a ella. Siento también que muchas veces esa curiosidad me conectaba un poco con el adentro y no se sentía tan placentero, entonces un poco le huía, me distraía. Tarde entendí (nunca es tarde, siempre es a tiempo) que esos llamados no eran más ni menos que de mi interior y que también eran mis emociones hablando, al distraerme de esa curiosidad, me alejaba de ellas, las reprimía y eso siempre trae en algún momento una explosión: las emociones no pueden mantenerse así por tanto tiempo, necesitan fluir, salir, nadar, necesitan SER.

Pienso en la canción y en las palabras de Dexler que escuchaba esta mañana: nada se pierde, todo se transforma. Eso me da paz por un lado y me cuesta por el otro. No me cuesta entenderlo: me cuesta aceptarlo. Pero me queda dando vueltas.

Pienso en algo que aprendí hace unos (10?) años con la astróloga que me conectó por completo con la astrología (en Buenos Aires). Nos lo explicó en una comida (almuerzos del zodíaco) que hacíamos en el Hotel donde trabajaba en ese entonces, en el que hacíamos cada mes comidas astrológicas con periodistas - que cumplían en ese mes - hablando del signo y de las predicciones para el año que empezaba. Repetí ese ritual durante cada mes durante 4 años y no me quedó otra que volverme fan de la astrología — lol :

ella lo dijo en contexto de explicar la astrología como un servicio metereológico, que te avisa cómo va a estar el clima, “pero luego vos elegis: si te dicen que va a llover y vos salís sin paraguas es tu decisión, nos decía, y la astrología sería como el servicio metereológico que te avisa que va a llover” . Es ahí donde hago una analogía: las emociones TE AVISAN, te dan un mensaje. Vos elegís que hacer con eso: escucharlo, prestarle atención o seguir de largo.

Pero volviendo a la astróloga, en ese contexto de charlas con principiantes en el tema nos dijo también un día:

El día va a llegar, después de la noche, pero no podemos acelerarla y hacer que pase más rápido, ni tampoco podemos evitar su proceso natural: después de la noche, vendrá el día - pero no antes -

Pienso en todas las veces que me desespero por no superar rápido las cosas o no tener rápido las respuestas: van a llegar, después de la noche. Van a llegar, después del proceso natural previo y necesario para que lleguen: ya he encontrado muchos ejemplos de eso en el último año.

Me quedó de esa época el respeto por la astrología y la información que nos da: Yo sabía que se venía un agosto - casi completo - de mercurio retrógrado. Obvio que un poco lo critiqué, justo este mes necesitaba a los astros de mi lado: tenía un viaje pendiente fuera del país, un voluntariado en un nuevo tipo de hotel para tener prácticas en este tipo de hospitalidad y de turismo, un verano español, planes de paseos, cuestiones de trabajo, mi madre con una situación de salud, etc. Pero: podía evitarlo? No. Más bien, podía entenderlo y ver si me llevaba el paraguas o no, es lo único que tenía en mis manos. Y también debía saber que aunque me lleve el paraguas, a veces la lluvia no es lluvia y es una tormenta, o es un huracán. Lo bueno es que me tenía a mi y esta vez no iba a buscar distracción, iba a más bien prestar atención.

En sesión de terapia a le decía a Jorge que yo se que casi toda mi vida he tapado mis emociones y no me animaba a sentirlas y ahora que me animo no paran de invadirme cada día me pegan un revolcón y parece todo re grave, y aunque estoy dispuesta a atravesarlo y permitirlo: cuando acaba? Cuando “ya aprendo”? Él me explicó que en el momento del arrastre de ese huracán no tengo que intentar hacer pie: “que lo que me pasa es que me desespero y quiero poder frenar el huracán y pararme rápido, sin mucho revolcón ni consecuencias”. Pero que no. No es mi decisión ni está bajo mi control saber cuando acaba ese huracán emocional como tampoco podemos frenar al huracán natural cuando ataca. Le pregunto por qué ahora? Si estoy en exilio (JA), en un pueblo maravilloso, con gente linda alrededor, en un plan que solo tiene tranquilidad, slow down y calma. Me adelanto y le ahorro el trabajo, me auto-explico antes de que él responda que en verdad el entorno sí importa: este entorno me pone enfrente de mi misma. Yo misma elegí esto, claro, pero no se si fui tan consciente de la que se venía. Tener a Jorge cerca me dio paz: son muchos estímulos a la vez, Dana, NO intentes entenderlos y menos a todos juntos y menos de una vez. Muchos de esos estímulos no son nuevos, solo que ahora les presto atención.

Me costó un par de noches asimilarlo. Es el primer paso: asimilarlo en lo racional, para luego interiorizar. Sigo en eso.

Estoy en paz a pesar de todo. Tengo un contexto de muchos cambios y preocupaciones, me hago planteos existenciales re profundos que no se si son normales o me pasan solo a mi. Me planteo la vida que vivo cada día. Me preguntaron hace poco cual es mi hogar y me quedé pensando. No tuve una respuesta rápida realmente. Cual es mi hogar? Se perfectamente que el hogar no es un lugar físico, pero de todos modos siempre necesitamos un lugar físico al que llamar y armar de hogar. Hace un tiempo vivo bastante de nómade, allá y acá. Siento que sigo en búsqueda y de alguna manera por eso a veces no estoy en paz. Necesito vivir con un sentido. Me culpo de nuevo. “Yo debería tener esas respuestas”. “Si me hubiera escuchado hubiese tomado mejores decisiones”.

Y pienso en wow las consecuencias de desconectar las emociones. Lo he hecho durante unos 30? Años. Claro que no me culpo, muchas veces son mecanismos de defensas y bla bla bla pero, aunque las consecuencias son unas buenas sacudidas como las del Mar de Cortés en cualquier playa, vale la pena abrir ese canal directo hacia adentro, escuchar qué pasa, y sobre todo, hacer algo al respecto. Muchos días me sentí en carne viva, vulnerable sensible y chiquita por completo, pero si hay algo que NO he sentido fue estar fuera de mi, desconectada, y el poquito de paz que encuentro es en saber que si estoy conmigo, estoy bien.

Toda esta información estaba dando vueltas dentro mío. Solo había mucho ruido afuera y no lo podía escuchar. Sentía un malestar pero no identificaba mucho más: intentaba encontrar culpables, justificativos, motivos, etc. Error. No es por ahí. Siempre es pa adentro esa búsqueda de respuestas. Por eso también busqué esta experiencia, que es doble: prácticas en este lugar (el albergue), y ESTE LUGAR: Salas, campo, naturaleza, 150 habitantes, peregrinos, lluvia, más lluvia, y no mucho más. Llegar caminando 35 KM, en medio de la nada con ruidos solamente de vacas y pájaros. Personas que se vuelven familiares y cotidianos pero que se marchan. Rápido. Los peregrinos se marchan, los compañeros de team se marchan, no queda lugar para el apego: todos TODOS ellos están en su misma búsqueda, que es exactamente igual a la mia.

No es fácil el proceso de estar en paz. Lo bueno es que hay muchos canales para llegar: la terapia, la astrología, los amigos, los ratos con uno mismo. Si estas dispuesto a conocerte, todas las herramientas estan alrededor.

En este mes y esta montaña rusa emocional re planteé mi vida y abrir todas las posibilidades de reencauzarla: literalmente tengo al menos, 10 planes diferentes de hacia donde ir. Lo que pasa es que se me meten en el medio la mente por un lado con su bullicio, el invasivo e inoportuno miedo, y las emociones con su arrastrón. Entonces respiro, freno, los dejo hacer sus shows y luego vuelvo a retomar el plan.

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Un verano en el albergue

A mi (que soy ante todo curiosa por el mundo de allá afuera), habían muchas cosas que me llamaban de esta experiencia. Además de estar en el medio del Camino - metafóricamente en una PAUSA: las que hacen los peregrinos entre etapa y etapa del Camino de Santiago, y - en paralelo - la que obligatoriamente debía hacer yo si quería conocer esto, porque solo podía caminar etapas de 1 día por no tener días off para echarme unas vacaciones (para hacerlo entero necesitas al menos 15 días) - y además también de estar en un tipo diferente de hotel, en contacto con un tipo diferente de huéspedes (peregrinos), de aprender de servicio al huésped desde una forma totalmente distinta a la que estoy acostumbrada, con un team y para un target completamente diferente al que estoy acostumbrada - en estos 10? Años que llevo en hotelería - lo que también me atraía de esta experiencia era compartirla con personas que 1) no tenía idea de quienes eran pero teníamos algo en común: vivir en un albergue del camino de Santiago en total exilio (ha), 2) teníamos culturas diferentes (te podían tocar compañeros de Europa, de Asia, de Latinoamérica o wherever). Nicolaas dice que prefiere elegir gente que ya esté en Europa porque es más fácil, y también que quiere uno de cada idioma diferente. Lo mío se puede decir que fue una excepción (respecto a que no estaba en Europa, estaba en México). Casualidad NO: Excepción y un centro del mismísimo universo (creer o reventar 😂).

El hecho es que para esta experiencia no me alcanzaba con una visita y un alojamiento normal / promedio como he hecho toda mi vida en viajes y hoteles. Este viaje necesitaba más. Más tiempo, más de aquí dentro, más de mi. Sabía que había más a lo que llegar.

Somos 5 personas viviendo en el albergue: Anne Sophie de Francia, Jordan de Inglaterra, Thaísa de Brasil, Nicolaas, holandés dueño y a cargo de las operaciones hace 7 años, y yo. Anne Soph y Jordan están haciendo un año sabático viajando en España para aprender español y además tomarse un break (Anne Soph acaba de recibir su C1 de Spanish! Es muy buena). Thais y yo seguimos trabajando remoto desde aquí para nuestros trabajos - ella de Brasil y yo de México.

Respecto al punto de convivir con peregrinos es un tema aparte: antes de llegar tenía la idea de que eran todos del mismo estilo, los imaginaba casi en un retiro espiritual LOOOOL. La realidad es que hay de todos los tipos, aunque si hay ciertas cosas en común. Es que pensándolo por un segundo, es normal que después de caminar 20 KM por día a veces la mente te juegue chueco y la gente se muestre sin tanto filtro, o fuera de sus cabales o sin armaduras. A algunos también el cuerpo les juega alguna (rodilla, ampollas, tobillo, cualquier movimiento en falso y se te complica la caminada del día siguiente). Pero lo que más a la vista aparece es el mundo emocional que a veces se lanza como un huracán y entra antes que la persona al albergue invadiendo todo sin pasar desapercibido (no los juzgo; también pasó con el mío algún día). La gente muchas veces baja sus defensas cuando está cansada y a veces las sube y no hay forma de entrar. Creo es producto del cansancio y del hecho de llevarte al límite de alguna manera, arrancarte fuera de tu zona de confort. No sé cuantos cuerpos están realmente preparados para caminar 15, 30 o 60 días (sin descanso) con un promedio de 20/30 km al día en el medio de la nada por periodos largos. Mi admiración por esa gente es total y cada vez que puedo, los interrogo. Hay algunos que no dan pie a charlar, no hacen contacto visual, responden con si/no, se ven como en una lucha interna por sobrevivir (haha lit). Me tocaron solo dos al momento en estas semanas con un malhumor que no podían con su vida y se les notaba. Me tocaron infinitos a corazón abierto, con una paz y una calma que contagiaban, esas personas con las que te sentís en paz y podes estar hablando un buen rato como si fueran grandes amigos. De todas las edades. De todos los países. De todas las religiones. No todos los peregrinos hacen este camino con un sentido religioso (como lo era en sus inicios) hoy en día. Una francesa de 70 años lo hace porque era una costumbre que compartía con su esposo que falleció hace algunos años para mantenerse activos y disfrutar de los paisajes. Dejó de hacerlo por dos años y luego entendió que podía hacerlo sola y que de alguna manera lo llevaba con él (lloré por dentro mientras me lo contaba). Es ella, María Theresa:

Una pareja estaba haciendo el camino primitivo por segunda vez, pero esta vez juntos desde el inicio: lo hicieron hace 10 años cada uno solo y por su cuenta y fue ahí donde se conocieron. Se habían quedado en este albergue en la parada de Salas también hace 10 años entonces desde que entraron le tenían un amorcito especial al lugar. Su español e inglés era bastante intentendible pero su entusiasmo por contarnos su historia hizo que la entendamos y celebremos con ellos. Un americano de 60 y largos de años vino desde US específicamente a hacer el Camino. Primera vez en el camino y primera vez en España. Le digo Wow!! Te admiro mucho. Me dice “estoy feliz, mejor tarde que nunca” con un entusiasmo en XL. Me quedé sin palabras y ya no pude decir nada, solo sonreí. Si lo dice él con casi 70 años, qué nos queda al resto? Realmente nunca es tarde para NADA; son solo nuestras estructuras limitadas mentales las que nos limitan, me quedo pensando.

Un italiano se tomó dos meses para caminar (está haciendo el camino primitivo ahora pero antes hizo el del norte: tenía mucho estrés y necesitaba hacer una pausa. Ósea se tomó dos meses de su clínica de odontologia para CAMINAR durante esos dos meses; fue la única forma que vio viable para contrarrestar el estrés que sentía que llevaba dentro. La clínica había sido durante toda su vida de su padre, y ahora el con 37 años hace 3 que la dirige. Tiene un equipo de 20 personas en total, la clínica está ubicada en un pueblito de Italia y es la única en el lugar. Una alemana hermosa, timida y simpática me dice que está caminando hace 6 semanas: le falta 1 semana más para acabar su viaje y las ampollas de sus pies no daban mas asique decidió quedarse dos noches en el albergue (algo que casi nunca sucede porque los peregrinos duermen 1 noche y continúan). Me dice “es un momento de mucha nostalgia, me queda una semana para acabar el viaje”. Le digo con seguridad y con una calma pero sobre todo con una empatía infinita que me desbordaba por sentir exacto que sentía su pesar: - por qué piensas una semana hacia adelante? Mira esta vista, mira el día off que te darás en este pueblo, mira lo que hay - Me dice que tengo razón. Le cuento que no fue mi idea, sino la de mi terapeuta que me prohíbe andar futureando aunque futurear sea hablar del otoño estando en verano y a días del cambio de estación. Me cuenta que su terapeuta le sugirió lo mismo. Me agradece por recordárselo. Es mercurio retrógrado y también cuesta más - le digo, bromeando (pero un poco en serio), y me dice que si, y que además ella es de piscis entonces le cuesta más evitar la nostalgia. Nos reímos. Le doy un mat porque quería hacer yoga. Me recuerda que me vendría bien un yoga también, desde Cabo que no lo hago.

Esta pareja de franceses están celebrando sus 60s. Están juntos hace 35 años y sus hijos ya están grandes entonces se dieron el viaje para ellos dos solos. No paran de hacer chistes y sonreír (la dopamina de recién llegados, pienso), pero al rato nos invitan un vino y unas galletas francesas y siguen con el mismo nivel de buen humor. Descubrimos que él cumple años el 31 de agosto igual que yo y lo celebramos como si hubiésemos ganado un mundial lol. Quedamos en contacto para cuando coincidamos en Paris. Al otro día, como toooodes, se marchan y en cada una de esas despedidas aunque el corazón me cruje un poco también pongo en práctica lo que empecé a poner en práctica a los 17 al irme de casa: poder decir adiós es crecer. Y también, que cuando alguien forma parte de vos, la distancia física no cambia nada. Siempre que me cuesta una despedida pienso: si pude alejarme (físicamente) de mis hermanos al irme de casa y de mis amigas-hermanas de Buenos Aires al irme de Argentina, y de mis amigos-hermanos de CDMX al irme de CDMX, puedo con cualquier despedida. Pero todas las veces me cuesta.

Marco se sentó en la mesa del “””lobby””” con su cuaderno. Muchos lo hacen, o dibujan o escriben. Y comparten en silencio ese momento creativo de descanso y de re charge que me fascina en la escena. Dos minutos después veo su dibujo y alucino. Le pone el sello de Salas luego y como se lo chuleé nos hace uno en nuestro cuaderno de huéspedes. Es italiano, artista, y está haciendo el camino solo. Un italiano que me sorprendió respecto a la mayoría: todos gritan, se mueven con fuerza, carcajadas o regaños pero a los gritos. Con intensidad, una que me recuerda a casa 🇦🇷❤️. Muchos italianos no hablan inglés ni español y se me antoja mucho poder hablarles en italiano, otro pendiente en mi lista: aprender italiano, se activa. Aunque no hablamos el mismo idioma, con muchos de ellos o con franceses nos entendemos con seña, con mi boludo sentido del humor haciendo chistes sin una lengua común, o con alegría y amabilidad: esa no necesita un idioma. La empatía pesa más que la misma lengua en estas situaciones.

Hay cuestiones humanas que no conocen de geografía, cultura, religión ni procedencia y esto es algo que me rompe la cabeza. Jorge dice que estar en un contexto así claramente me moviliza, me responde esto cuando le dije que me siento en carne viva cada día, más sensible y vulnerable que nunca pero también más feliz y conectada, con afuera pero sobre todo con adentro.

En todos estos encuentros me veo reflejada. De todos tomo algo y lo veo en mi o lo hago propio.

Tratamos de cenar juntos los 4 cada noche con Anne-Soph, Jordan y Thais, contándonos sobre cómo fue nuestro día, que hemos aprendido (que puede ser una palabra nueva en otro idioma o una lección brutal de vida, o un descubrimiento sobre nosotros mismos incluso: hay muchos de esos). Generalmente ponemos la mesa aquí afuera, con vista al castillo. Es la plaza principal de Salas, que en un running de una hora me lo recorro entero cada semana de lo chiquito y acogedor que es.

Después de cada día la energía se apaga de repente a las 10.15 PM cuando se cierran las puertas del albergue. 10.30 empieza la hora del silencio y el lugar entero se transforma en una paz absoluta digna de un santuario. Algunas veces se siente como bajar de una montaña rusa: especialmente en lo emocional. Tantas personas, historias, emociones, y conexiones me dejan con una sensación de gratitud y felicidad cada uno de los días.

Recuperé el sueño y dejé el insomnio en Cabo por un rato, al parecer. No sé si es la calidad del silencio de la hora del silencio, el intercambio de energía, el esfuerzo de mi cerebro durante el día. El trabajo remoto que sigue con la misma intensidad, las horas de diferencia con casa o qué, pero he recuperado el dormir y es algo que lo celebro.

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Una etapa conmigo misma

24 horas en los adentros del Camino Primitivo

20 kilómetros le siguen a Salas (el pueblo en el que estoy pasando estas semanas de verano) hasta el siguiente en el Camino Primitivo: Tineo. El detalle es que muchos de esos kilómetros, diría un 70%, son empinados, en subida. Lo que ayuda en un día soleado como el de hoy, es que hay bastante sombra y te va balanceando entre atravesar el bosque con sombra / nada de sol / más fresquito, y momentos con sol directo, puro verde, árboles, pinos, plantas, flores, y sonidos del viento, las cascadas, de a ratos un río, los pajaritos, las campanas que tienen colgadas las vacas y se escuchan con eco en el medio del campo. (después de escribir esto caí en cuenta de la metáfora que se vendría 🫠)

No use Spotify, Instagram ni WhatsApp en esos 20 km. Lo de Spotify se me da en automático generalmente cuando salgo a caminar o a correr pero hoy me propuse no hacerlo. Era la única forma de poder conectar con el afuera y - sobre todo - con el adentro. Sentí que habían algunas conversaciones pendientes conmigo misma que no había tenido tiempo de tener y que esta era la ocasión perfecta.


En los hikes, los trails y demás actividades al aire libre que me encantan, el principio siempre es alentador, la mañana empezando, el entusiasmo del plan y la energía de este momento en mi caso, es sin igual - soy 100% morning person - . Pero a pesar de todo el entusiasmo y energía, durante los primeros 10 kilómetros no pude callar a mi mente: Jorge me ha dado un ejercicio en estos días que ayuda a combatirlo, y trate de ir poniéndolo en práctica. El ejercicio es para empezar a educar a la mente a dejar de ser tan nociva y enviarme mensajes alarmantes (del tema que sea) de peligro o de tener que resolver algo. Me explicó que si la entreno a diario voy a lograr cambiar sus costumbres de tirarme siempre esos mensajes a veces exigentes y destructivos (porque son desde la crítica y la negativa y el miedo y etc) . No es algo que pasa siempre, es por temporadas y últimamente ha estado intentándolo muy a menudo.

Iba poniendo en práctica estos ejercicios pero me desconcentraba y enfocaba en el paisaje por algunos minutos (algo bastante fácil porque estás rodeada de unas vistas alucinantes) - y la muy guacha de mi mente volvía a hacerlo, me sacaba de ese presente con sus tiroteo de mensajes y pendientes. Me hizo un repaso infinito de mis errores y de los errores de otros que me hicieron mal. Me recordó que por nada del mundo debo olvidarlos. Íbamos y veníamos en un pin pong de estos temas y pasábamos de la sombra a los pajaritos (internamente, reflejando el paisaje que atravesábamos en el exterior) tratando de llegar a un punto medio de paz, pero me costó TANTO que terminé entregándome y solo seguí caminando.

Cuando miré el mapa, llevaba ya 15 kilómetros y caí en cuenta de que en el último ratito no había pensado. Un LOGRO. Bueno dos logros: caminé 15 km en subida la mayor parte y no pensé. Lo empinado del camino ayuda bastante a tener que enfocar: creo que por un buen rato pude estar en un estado meditativo. Eso tienen de positivo y adictivo este tipo de actividades, te implican un esfuerzo físico y un foco mental que te ayudan a resetear la mente. Para gente como yo a la que esto no le sale con facilidad, es la gran solución.

Llegué a Tineo en 4 horas y poquito más. Este pueblo es diferente a los que vi desde Oviedo hacia acá. Callecitas típicas españolas con pasillos angostos y empinados, la ropa colgada en las ventanas y la vista como toda la que he visto hasta el momento en Asturias: verde, verde y más verde.

Llegué y aunque ya sentía el cansancio caminé un poquito más, recorriendo el centro (chiqueeeto) para buscar el bar perfecto para un café conmigo, y con mi cuaderno que estaba listo para este momento. Lo que escribí hoy en el cuaderno se quedó en el cuaderno pero esta experiencia si la comparto: creo me animé a hacer esta etapa (de las etapas del Camino de Santiago) sola esta vez por dos motivos: 1) ya conocía las afueras de Salas (donde comienza el camino que hice hoy), porque voy por un trote por esa zona generalmente en las mañanas; y 2) porque ya había hecho una etapa antes con Alex.

Celebro muchísimo haberlo hecho sola porque lo desconocido a veces me paraliza y casi siempre lo estiro un poco (pospongo) - así como hice con este voluntariado en un pueblo aislado que tenía en mi lista de pendientes hace años. Celebro también pedir ayuda porque es algo que siempre me ha costado. De hecho sigo en ese aprendizaje. Pero haberlo compartido en la primera experiencia me hizo la diferencia, me dio confianza y tranquilidad, me demostró que ‘todo estaba bien’. Gracias Alex.

Celebro también hacerlo con miedo, quedarme sola con mi mente cuando anda inestable suele ser agotador, y toda la vida huí como una campeona olímpica de ese momento sin falla alguna, pero me gusta tenerla bajo control, así sea teniendo que caminar infinitamente para que recién después de 15 kilómetros se harte y pare.

Pero sobre todo celebro infinitamente la paz que siento en mi compañía, que se ha vuelto cada vez más suavecita. Una vez escribí sobre cuánto me ha costado llegar a esto: antes, ante cualquier riesgo de quedarme sola conmigo misma encontraba la excusa perfecta para salir corriendo al primer plan que tuviera con gente. Después de un rato obviamente me arrepentía, pero era mejor eso a la incomodidad que me generaba a veces verme cara a cara con lo que sea que haya adentro en ese momento: pensamientos o - lo más temeroso - emociones. Mudarme a Cabo - más especificamente el segundo año, a San José, reforzó muchísimo ese proceso y creo que lo selló. De a poquito fui llevándome a pasar cada vez más ratos conmigo aunque en algún momento se ponga incómodo y tenga que irme por una cerveza con alguien, o hacer algún plan forzado o fumarme un cigarrillo hablando por tel unas horas porque no había manera de simplemente ESTAR. No podía estar sola y estar en paz. Como todo en la vida, con práctica y práctica lo fui logrando hasta dar vuelta la historia: cada vez me costaba menos y necesitaba más esos espacios conmigo, los empezaba a sentir seguros y placenteros. Por supuesto algunas veces volvía el impulso de salir corriendo a buscar compañía para evitarlo (cuando alguna emoción de las que me daban miedo aparecía) pero con tiempo, paciencia, y sobre todo práctica, lo fui resolviendo hasta que mi compañía pasó no solo a ser suficiente sino que sumamente necesaria.

Este proceso me llevó creo dos años de trabajo consciente, con subidas y bajadas, con errores por supuesto pero con más consciencia para poder ver el aprendizaje y desde ahí, con la atención puesta, creo que no hay vuelta atrás. Pero la práctica es diaria. Sigue y seguirá siendo diaria.

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Una cartita al miedo

Si me preguntan cual ha sido y es mi mayor miedo: es justo el MIEDO. El miedo es el único que me paraliza, me frena, me hace desconocerme. Cuando me alcanza, pierdo. Todas las veces me quedo tonta sin ver la luz. Por suerte ya un poco me la se y me he armado un kit de supervivencia para esos casos: mis personas. Y Jorge. El mejor terapeuta que he tenido (pasé por varias terapias. La de Jorge es racional conductual, es efectiva, rápida y en corto plazo). Y de nuevo: mis personas. No hay vez en que no acuda rápido a ellas y sepan bajarme a tierra en dos chats. O en un llamado, o en una nota de voz, un meme, un libro, un quote. Por suerte ya no dudo: me ha costado pero me reconozco y (cada vez más) me acepto humana (antes era solo mi presión de tener que ser superhéroe) y cuando lo veo venir me agarro rápido y fuerte de mis personas vitamina. Esas que no necesitan tanta explicación para saber de qué les hablo.

Pero volviendo al miedo, y para mencionarlo y mencionarlo a ver si así se relaja: hay una historia que me gusta mucho contar. Bueno es un cuento que empieza cuando el miedo venía cada día a tocar mi puerta. A mi me daba tanto pudor, terror y muchas sensaciones más, que trababa la puerta con fuerza, me escondía, y por supuesto no le abría.

El miedo seguía pasando, golpeaba la puerta, se asomaba a las ventanas, gritaba mi nombre, y yo, bajo la cama, con mil candados en la puerta, casi ni respiraba para que no me encuentre.

Pasó el tiempo y yo ya no quería ni abrir la puerta, ni las ventanas, ni dejar pasar un rayito de sol con tal de no correr el riesgo de que justo aparezca y me encuentre. Pero un día empecé a sentirme muy down, sin la luz del sol, la brisa de afuera, el sonido de los pájaros, empecé a venirme abajo. Tanto, que ya no aguanté y decidí abrir la puerta, aunque sabía que podía pasar que el miedo aparezca y no llegar a cerrarla antes. Lo hice. Apareció. Junté valor. Lo miré fijamente. Tomé aire. Me apuré para poder cerrar la puerta y que no pueda entrar. Me ganó, fue más rápido. Entró a casa, imponente. Ocupaba casi todo el lugar. Me miraba, miró la casa, no se sentó. Yo TEMBLABA. Estuvo unos dos minutos en casa y se largó. La verdad es que se sintieron como 20 horas pero fueron 2 minutos. Yo me quedé rara, con una sensación fea, me angustié, pero haber vuelto a abrir la puerta me había ayudado, me aireó y me devolvió algo de fuerza, entonces al otro día lo volví a hacer. Y al otro día, volvió a venir. Esta vez me quedé sentada y ni atiné a pararme a cerrar la puerta. Le moví la silla y le hice un gesto de que se siente. Me agradeció con una seña y se largó. A la tercera vez que vino, yo igual en pánico, le invité un mate. Todavía me acuerdo la sensación en el cuerpo de tenerlo cerca. Es una presión en el pecho, mezclada con una en la cabeza. Calor. Frio. Puntada en la panza. Pero estaba jugada: ya lo tenía cerca. Lo hice pasar, le dije que fuéramos al sillón. Nos mantuvimos en silencio un ratito. Tomó un mate, se largó. Yo me quedé medio en shock.

Desde ese día no volvió por unas semanas. Después lo volví a ver: yo estaba ocupada cocinando y cuando levanté la cabeza de nuevo para saludarlo, vi su saludo a lo lejos, pero no se acercó, estaba concentrado mirando a otro lado.

De vez en cuando pasa caminando, pero a casa casi nunca se acerca. Le atraen mucho las casas cerradas, le da intriga y hace de todo por poder entrar. Por la mía pasa cada vez menos, pero ahora sabe que cuando quiera, puede pasar, descansar, sentarse, echarse una siesta.

Ahí lo entendí: el miedo solo quería que lo viera, y poder verme. Solo quería asegurarse de que estoy bien, en verdad me protege (bueno: cree que me protege y que necesito mucha protección). El miedo también tiene miedo, y quiere tener el barrio bajo control. Ha sufrido y ha perdido. No ha tenido chance de recuperarse de tanto, es por eso que ahora solo vive para proteger. Es su rol. Si lo dejamos pasar, se relaja, sabe que estamos bien y que con nosotros siempre tiene un lugar. Si nos escondemos se asusta, cree que algo malo nos puede pasar, y no para hasta tenernos enfrente y asegurarse de que lo veamos y recordemos cuidarnos.

A veces el miedo no tiene una cara fácil de distinguir, no la deja ver. A veces no sabemos qué mensaje trae. Estoy segura de que siempre es de protección. Desde la herida. Alguna vez le dolió y ahora solo existe para asegurarse de que no vuelva a pasar.

Lo mejor que he hecho fue invitarlo a pasar. Verlo a los ojos, bajar la guardia. Despues de eso solo pude agradecerle. Porque en el fondo su meta es de protección. A su manera: no es buena ni es mala. Es suya.

Yo tengo las mías. Como cada ser humano. Ninguna manera es buena, ni mala. Estan basadas en lo que hemos vivido. Muchas veces las confundimos con las vivencias actuales y creemos que eso que dolió volverá a doler. Es muy inconsciente y difícil de ver y de explicar pero creo que de ahí viene el miedo.

Solo puedo decir gracias. Al miedo, por hacerme frenar, y hacerme agarrarme de mi gente y pedirles ayuda. Aceptarme vulnerable me ha costado un huev* pero ha sido liberador. Y luego, saber dejarlo ir, hay que hacerle entender que podemos, que no pasa nada, que somos adultos y podemos con eso. Y con más.

Lo que quiero decir es: OBVIO QUE EL MIEDO NUNCA DEJA DE APARECER. En mi caso, solo practico mucho cómo llevarla sabiendo eso. A veces me sigue dejando knock out, pero cada vez eso dura menos. Con ayuda es mejor. Escribir sobre él me ha ayudado muchísimo también. Hacer cosas incluso con el miedo around o su posible aparición también. Claro que muchas veces lo tengo encima, pero he aprendido a que con o sin él. yo avanzo. Me gusta demostrarle quién manda. No es fácil, es un oponente desafiante. Pero como todo en la vida: solo con la práctica se vuelve un poquito más fácil.

Gracias por leer <3

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El Camino Primitivo, por dentro

El poder de la gratitud.

Me encanta cuando me pregunto durante un tiempo qué se sentiría tal cosa y luego ya no lo tengo que imaginar porque lo hice. Así siento al estar conociendo este mundo desde adentro. Lo siento no solo por haber caminado una etapa, también por estar conviviendo con peregrinos en un destino que es parte del Camino de Santiago, recibirlos en una de las etapas, escuchar sus historias: qué los motiva a hacerlo, qué número de vez van haciéndolo, desde donde empezaron, qué les ha costado más, etc.

Al descubrir el interior de este mundo que hace mucho tiempo me causaba curiosidad, no solo respeto mucho más al cuerpo humano por acompañar y responder ante nuestros planes, sino también a la mente: sin ella de nuestro lado esto no es posible. Tal vez justo llevé a mi mente a esto para demostrarle que a veces entregarse está bueno. A veces bajar la guardia está bueno. Sentirse vulnerable también. Entender que somos un pedacito minúsculo de todo esto. Cuando empecé la caminata pensé: estos momentos de llevarte al extremo opuesto a la zona de confort funcionan como una radiografía: te cuentan cómo está tu mundo interior, cómo está tu paciencia, tus emociones, tu tolerancia, tu exigencia, tu amabilidad con vos misma, tu resistencia. El resultado fue alentador: sigo siendo mi mejor versión cuando estoy en el verde, en silencio, o con conversaciones cortitas y bajitas, despacio, con conexión, moviendo el cuerpo y callando a la mente, conectando profundo o sacando del camino lo que sea que impida esa conexión. Pero sobre todo: callando a la mente. Mi mente a veces es aliada y a veces enemiga, sigo en proceso de adiestrarla pero ella sigue siendo el riesgo más grande también en estas situaciones en medio de la nada.

Antes de empezar la historia y mi experiencia general de este viaje, del voluntariado que viene con el y el verano en un pueblo de Asturias, daré un contexto: respecto al Camino de Santiago: hay distintos caminos:

Camino Francés: Aproximadamente 780 km. Es la ruta más popular y transitada. Comienza en Saint-Jean-Pied-de-Port en Francia y atraviesa el norte de España hasta llegar a Santiago de Compostela.

Camino Primitivo: Aproximadamente 321 km. Es la ruta más antigua, iniciada por el rey Alfonso II en el siglo IX. Comienza en Oviedo y atraviesa las montañas de Asturias y Galicia.

Camino Portugués: Aproximadamente 610 km desde Lisboa y 260 km desde Oporto. Esta ruta parte de Lisboa u Oporto en Portugal y recorre el interior de Portugal antes de cruzar a Galicia, España.

Camino del Norte: Aproximadamente 825 km. Esta ruta costera comienza en Irún, cerca de la frontera con Francia, y sigue la costa norte de España antes de dirigirse hacia el interior hasta Santiago de Compostela.

Camino Inglés: Aproximadamente 119 km desde Ferrol y 74 km desde A Coruña. Utilizado históricamente por peregrinos británicos e irlandeses que llegaban por mar. Parte de las ciudades costeras de Ferrol o A Coruña en Galicia.


Cada peregrino elige qué camino hacer (por sus paisajes, por la historia, por conexión o por cantidad de días que tengas). Con hacer 100 km te dan la Compostela: es un certificado otorgado a los peregrinos que completan al menos los últimos 100 kilómetros a pie (o 200 kilómetros en bicicleta del Camino de Santiago). Este documento, emitido por la Oficina del Peregrino en Santiago de Compostela, acredita que has realizado la peregrinación por motivos espirituales, religiosos o de búsqueda personal.

Para obtener la Compostela, es necesario presentar la credencial del peregrino, un pasaporte especial donde se recogen los sellos de los lugares que visitas a lo largo del Camino. Estos sellos, que puedes obtener en albergues, iglesias, bares y otros puntos de interés, prueban que has recorrido la ruta y te permiten recibir la Compostela al llegar a Santiago.

Vas haciendo el camino por etapas: Cada una tiene alrededor de 20/25 KM y por día se camina una etapa, generalmente (aunque conocí unos locos que habían hecho dos etapas en un día: 45/60 KM).

Yo no tenía días de vacaciones entonces sólo podía hacerlo en fin de semana, pero no me alcanzaba con eso para quedar satisfecha con la experiencia “del camino” que necesitaba. Necesitaba más. De ahí surgió la idea de quedarme (literalmente) en el camino, sacando un poco de provecho al trabajo remoto, a la temporada baja en Los Cabos y a la excusa perfecta para pasar el verano en España, aislada, exiliada (JA!). Mi elección fue Salas porque ahí un albergue buscaba una persona voluntaria que se quede con ellos un mes y les desarrolle a cambio la estrategia de social media y se encargue de la recepción de peregrinos unas horas por día (casualidad?!?!?! NO).

Empecé a hablar con Nicolaas (con dos A), un holandés, dueño del lugar hace 7 años, y en unos días tenía todo cerrado: Salas, Norte de Asturias, parte del camino De Santiago, pueblo principalmente de peregrinos, 4 mil habitantes, puro campo, verde, vacas, burros, caballos. Trabajaría para el lugar 5 horas por día, 5 días a la semana y podía luego enfocar en mi trabajo, en conocer el pueblo, tener fines de semana igual que mi rutina diaria en Cabos pero acá. Un dato no menor es que en este albergue de peregrinos, solo se aceptan peregrinos (no turistas), eso me gustó 100%. Convivir solo con gente que esté haciendo el camino fue un gran impulsor.

Caminé una etapa (y algo más porque decidimos hacer turismo antes de salir al camino, why not) con Alexandru mi amor que me acompañó a la aventura. Empezamos en Oviedo, desde donde empieza oficialmente el Camino Primitivo. El objetivo era llegar a Salas (segunda etapa del Camino Primitivo) y antes aprovechamos dos días juntos conociendo Oviedo y la comida y cultura asturiana que nos encantó.

Caminamos 35 KM ese día. Aquí re confirmé una idea que me daba vueltas hace un tiempo también: happiness is (not only real but) better when shared. Vengo de una familia numerosa, no existo si no es en comunidad. Compartir esta experiencia no solo te une, te sella, te hace entenderte también sin tener que hablar. Hay cosas que simplemente no pueden explicarse en palabras pero experimentarlo juntos ayuda. Por supuesto admiro a la gente que lo hace sol@ y si Alexandru no hubiese venido yo planeaba hacerlo sola, pero definitivamente compartido fue mejor: más leve lo duro y más lindo lo lindo. Apreciar juntos una vaca puede ser mágico en medio de la nada. Sentir el cansancio juntos se aliviana. 10/10 para mi partner. Si lo hacen en compañía sepan que 1) no hay vuelta atrás al vínculo que se genera después de una experiencia así 2) háganlo con alguien con quien tengan un vínculo a prueba de balas, todas las emociones afloran en estos extremos (lol).

Salas me recibió con un diluvio del que no veía hace años, y para hacerlo más deep fue en mi primer día ‘sola’ cuando Alex se marchó y me quedaba conociendo y conviviendo con mis nuevos compañeros, nuevo jefe, que al mismo tiempo eran nuevos roomies, en mi nueva casa y nuevo trabajo de medio tiempo, también oficina del trabajo remoto que continuaba de Cabo, en esta nueva vida que decidí tener por un mes.

Me costaría decir que en algún momento NO imaginé esto tal-cual-está-siendo porque mentiría. Cada cosa que planeé e imaginé para esta experiencia no sólo sucede, lo excede.

Yo se que viajar te sensibiliza porque te conecta con vos mismo, bien adentro. Pero esta vez esta conexión está tan crazy que siento una paz indescriptible. Más lejos, con menos “gente conocida”, ni en mi cultura, y más en mi. Todavía no sé bien cómo explicarlo asique me decido a vivirlo. Y a compartir el journey por dos motivos: 1) se que esto será un nuevo life changer 2) porque hace MUCHOS AÑOS era un pendiente y quiero registrarlo y adorarlo







*Más de detalles sobre El Camino de Santiago: El Camino de Santiago es una red de rutas de peregrinación que convergen en la ciudad de Santiago de Compostela, en Galicia, España. Estas rutas han sido recorridas por peregrinos desde la Edad Media, atraídos por la tumba del apóstol Santiago el Mayor, uno de los doce discípulos de Jesús.

¿Quién fue Santiago? Santiago el Mayor fue uno de los apóstoles más cercanos a Jesús y es considerado el primer mártir entre los apóstoles. Según la tradición, sus restos fueron trasladados a Galicia, donde se descubrieron en el siglo IX. Este hallazgo convirtió a Santiago de Compostela en uno de los principales destinos de peregrinación cristiana.

El Camino de Santiago no solo es una ruta espiritual, sino también una experiencia de crecimiento personal, cultural y de conexión con otros peregrinos de todo el mundo.

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Los Cabos

Puede un destino reconectarte con vos? Si

Este lugar me enseñó a entender que a veces hay que ir despacito. A mi, que ni siquiera duermo por el entusiasmo, el apuro y la ansia de vivir el día siguiente. Que si por mi fuera no se duerme más de dos o tres horas por noche, porque hay mucho que hacer, mucho que ver, mucho que correr, saltar, descubrir. Pero todo llega: cuando tiene que llegar. Eso siempre se entiende cuando se mira atrás. Hoy miro atrás y veo como están de unidas todas las piezas. Cuánto agradezco a cada uno de mis trabajos y de mis personas desde que llegué a México y a Los Cabos: cada uno sembró una pieza que habilitó a la otra pieza y me convirtió en quien soy. Cabo no fue más que un siguiente escalón en algo que venía buscando: conectar conmigo y serme fiel.

Aprendí que no hay una respuesta que buscar: mi lugar correcto soy yo en donde sea, pero conmigo. Parece obvio lo de “conmigo” pero realmente he experimentado interminables formas de NO estarlo. Es un desafío mantenerme dentro, siempre fui muy people pleaser y quienes tengan el mismo tema entenderán: para el people pleaser siempre primero está el otro, el afuera y sus demandas y sus necesidades, y vos y las tuyas van quedando un poquito atrás (tengo un millón de ejemplos para esto). No es consciente, es más fuerte que uno y viene de muchos lados la explicación de como llegaste a ser people pleaser, como de haberte tenido que “ganar” amor, atención o un lugar a cambio de decir si a todo o ser complaciente.

No se si Cabo fue solo el entorno, o fue el maestro. Ha sido también una montaña rusa muchas veces, de la que no sales igual que como entraste. Y aún así, en el arrastre de las olas (literal y metafórico) yo cada vez sonreía más grande. Y absolutamente nada tenía que ver el entorno / situación que esté viviendo. De hecho el entorno fue desafiante y duro muchas veces. Había algo dentro que iba sintiendo paz, y no era porque viva en un estado de paz, era porque le (me) estaba dando lugar.

Tampoco se si fue Cabo o fui yo y mi versión que llegó a este destino. Creo que es una combinación de los dos.

Siempre digo que a eso vine a Cabo: a escucharme, a integrar el agua (el agua que en astrología representa las emociones y que tengo CERO 00000 en mi carta natal). Y estoy segura de que se cumplió.

Por eso creo que como primera entrada del blog, el contexto de la enseñanza de Cabo es clave: llegué por un nuevo trabajo después de 2 años y pico viviendo en México City: dos años de una montaña rusa típica de mudada de país pero con un agregado no menor: la pandemia, no regresar a casa de visita por dos años y medio, sintiendo que tenía que - como sea - continuar con la vida en otro país en un entorno donde nadie tenía ninguna respuesta, donde nadie estaba realmente en su centro (y con razón, era un pánico mundial). No habían certezas, respuestas, explicaciones ni esperanzas. Y yo en otro país, mi familia lejos, no habían vuelos, trabajando en hospitalidad, una de las tantas industrias golpeadas. Creo que si conecto con ese momento todavía siento un poco en el cuerpo el miedo profundo y desesperante.

Entonces al llegar a Cabo y tener “una oportunidad nueva en México, a ver si con mejor suerte esta vez”, todo lo que necesitaba en ese momento era mantener la cabeza ocupada y recuperar las esperanzas, en mi trabajo, en México, en la vida; y así lo hice: el trabajo me consumía el día casi entero (y en ese momento eso me venía BIEN ).

Digo siempre que muchas veces mi trabajo me salvó la vida. Es real. Tenía el corazón roto, la autoestima por el piso y una relación conmigo misma totalmente desconectada y disociada. Me culpaba por cada decisión tomada en los últimos dos años. Me costó muchísimo perdonarme algunas decisiones de esa época. Me exigía, me criticaba, me apuraba, me empujaba, pero en el mal sentido. No entendía por qué la vida era tan injusta.

Llegar a Cabo sola, con mi trabajo de bastón, de guía, de motivador fue el primer paso. Acababa el trabajo y solo me quedaba conmigo. Ahí empezó el inner trip más profundo. Fue muy fuerte. Antes de llegar estaba en el polo opuesto: lejos de mí. No quería ver qué había dentro.

Venía viajando y mudándome de lugar desde antes pero el viaje solo era por fuera, en el entusiasmo y la emoción no había tiempo de, en paralelo, viajar hacia adentro. En Cabo, lejos de todo y sola de nuevo pero conmigo me propuse empezar a ser mi aliada y dejar de ser mi jueza, policía y enemiga. Antes, solamente era mi aliada cuando las cosas iban bien. Me presumía, me adulaba y me amaba. Pero cuando la cosa se ponía difícil me costaba quedarme en mí. Huía. Corría. Tapaba.

Por eso siempre voy a amar Cabo. No fue fácil, ni en el afuera ni mucho menos en el adentro, pero acá estamos y en parte, es gracias a este lugar.

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